Durante buena parte del siglo XVII el transporte de mercancías, así como la articulación entre los puertos interconectados al mar Caribe y al océano Atlántico con el interior de las regiones andinas fueron unas de las principales ocupaciones del imperio español. Para el caso de Nueva Granada podemos destacar a Cartagena y Santa Marta como las ciudades que podían articular el transporte de productos desde el interior del Virreinato al resto de los puertos imperiales y en ese sentido, la vía de comunicación predilecta para comunicar a todos estos sitios naturalmente fue el caudaloso río Magdalena y sus afluentes, cuya extensión comprendía entre doscientas leguas.