En los cuentos Diecinueve garras y un pájaro oscuro y en la novela Cadáver exquisito, Agustina Bazterrica presenta una sociedad inquietante en la cual las relaciones humanas se han cosificado, automatizado; se trata de una sociedad donde unos devoran a otros; en que el consumismo y el materialismo destruyen la relación atávica entre personas, palabras y cosas que hoy están desvinculadas. A la utopía del siglo XVIII, ha seguido la atopía y hoy, la distopía, a la espera de un nuevo ordenamiento de los seres y las cosas. Agustina Bazterrica anuncia, a través de sus relatos, que es necesaria la búsqueda de nuevos códigos culturales que habiliten un mundo mejor y más solidario y una refundación del carácter de lo humano. En estos relatos elegidos puede verse un ejemplo de literatura diaspórica que muestra un mundo cotidiano cuyos personajes se valen de objetos tecnológicos y virtuales en un universo fantástico que supone la superación de la referencialidad y la verosimilitud. Estos aparatos y objetos evidencian un mundo frío, con relaciones interpersonales carentes de afecto y de sentido, en que los seres humanos canibalizados son cosas al servicio de otros que los dominan y destruyen su identidad por la fragmentación de sus cuerpos vivos o muertos.