La biodiversidad cumple un papel fundamental en los ecosistemas, a esto se le conoce como servicios ecosistémicos y benefician o son aprovechados por los humanos, directa o indirectamente (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible [MinAmbiente], 2012); estos se clasifican teniendo en cuenta su función ecológica y pueden ser de regulación, producción, de soporte o culturales (Millennium Ecosystem Assessment [MEA], 2005; Valencia et al., 2010). En la fauna tipo aves, los servicios son de comportamiento o regulación e incluyen el control de plagas, la polinización, la dispersión y el carroñerismo (Pacheco, 2013); en anfibios y reptiles sucede algo similar, pero debido a las creencias y el rechazo hacia estos grupos son menos percibidos, algunas de sus funciones son la regulación de patógenos y la indicación de contaminación (Valencia et al., 2010).