Se intentará explicar a continuación por qué en este turbulento periodo, en la provincia de Pasto el grueso de la población, nobles» y plebeyos, criollos, indios y mestizos, lucharon hombro a hombro contra los sucesivos intentos insurgentes por imponer opciones de gobierno distintas a la Monarquía fernandina, defendida a capa y espada, y por más de 20 años, por los obstinados habitantes de la provincia de Pasto, cuyo áspero, fértil y aislado territorio se encontraba situado en la difusa frontera entre la Gobernación de Popayán y la Presidencia de Quito. En su distrito albergaba 67 pueblos de indios, y desde el temprano agotamiento de sus minas de oro su economía se reducía a una modesta producción agrícola, ganadera y artesanal. A fines del siglo XVIII la provincia estaba poblada por unos 30 000 habitantes, de los cuales más de la mitad eran considerados «indios» -es decir, tributarios-, un poco menos del 40 %amp; eran considerados «blancos», y apenas el 10 %amp; eran registrados como mestizos o «libres». Un exiguo 0,37 %amp; eran identificados como esclavos. La población pastusa, pues, estaba homogéneamente polarizada entre «indios» y «blancos»s. Fueron estos los que enfrentaron con admirable empeño a los ejércitos y los gobiernos republicanos de Quito, Santafé, Cali y Popayán entre 1809 y 1824.