Con la aparición del COVID-19, la vida cotidiana y lo que conocíamos como normalidad tuvo cambios considerables. Dichos cambios estuvieron dados por las medidas implementadas en el año 2020 para enfrentar el contagio del virus, en las que se limitó el contacto físico, se restringió el acceso a determinados servicios, se desplazó la educación y el trabajo a los hogares, se masificó el uso de plataformas digitales tanto para actividades escolares y laborales como para el entretenimiento, el ejercicio, adquirir alimentos, entre otras actividades. Al resguardarnos en los hogares, adaptarnos a nuevas maneras de hacer nuestras actividades cotidianas y enfrentarnos a estados constantes de transición, se modificó el estilo de vida a nivel mundial, así como una reconsideración de nuestros hábitos y una alteración de las dinámicas laborales, familiares, sociales y de la relación con los objetos con los interactuamos. De esta manera se derrumbaron también muchas de las preconcepciones sobre el futuro que se tenían y se abrió un espacio para la especulación y la imaginación de nuevos escenarios de futuro