En 1935, el médico y neuroanatomista Joseph Klingler desarrollo la técnica para conservación del encéfalo humano para disección, mediante el uso de la fijación y congelamiento, técnica que actualmente lleva su nombre. El objetivo de este trabajo fue desarrollar un protocolo de conservación del sistema nervioso central, con fines de docencia y disección de fibras de sustancia blanca mediante la técnica de Klingler estandarizada en encefalos de bovino. Los encefalos fueron fijados y conservados con formaldehido al 10% por 4 meses. Posteriormente, fueron sometidos a inmersión en agua corriente por 24 horas, con la finalidad de evitar los efectos irritativos relacionados con la exposición continua a formaldehído. Enseguida, y con ayuda de unas pinzas de relojero de punta fina y tijeras de microdisección rectas se eliminaron los vasos sanguíneos, aracnoides y restos de sangre. Una vez disecados los elementos mencionados, cada uno de los encefalos fue colocado en una bolsa de polietileno con formaldehido al 10%, manteniéndolos durante 10 días a -18ºC. en un congelador horizontal, de la marca “Whirlpool®” Una vez transcurrido el tiempo de congelamiento, se retiraron las bolsas con los encefalos, dejando descongelar a temperatura ambiente durante 24 horas. Se logró desarrollar satisfactoriamente en el Anfiteatro de la Universidad Cuauhtémoc Plantel San Luis Potosí, México, un protocolo de conservación del sistema nervioso central mediante la técnica de Klingler estandarizada, obteniendo una excelente fijación de los encefalos de bovino, y una fragmentación adecuada de la corteza cerebral.