La seguridad nacional de la Federación rusa va más allá del despliegue de sus capacidades materiales para garantizar la protección física del Estado. Es el resultado del desarrollo y consolidación de una nueva identidad nacional, basada en una plataforma ideológica impulsada por Vladimir Putin y construida socialmente a lo largo de varios años a partir de su visión, percepción e interacción con otros Estados. Según esto, Rusia es una potencia global y regional, y un Estado fuerte, y por lo tanto todo aquello que impida el desempeño de estos roles constituye una amenaza a su supervivencia como Estado-nación.
 Lo anterior, es comprensible a la luz de los postulados del enfoque socio constructivista moderado de las Relaciones Internacionales que resalta el papel de las ideas en la construcción de identidades e intereses que guían el comportamiento de los Estados. Bajo esta lógica, Rusia viene desarrollando una cultura de seguridad nacional competitiva y otra colectiva, cuyo eje central es la llamada guerra híbrida contra Estados Unidos y la OTAN y todo lo que representa para la preservación de su identidad nacional.