El abordaje histórico de este planteamiento criminológico y político es necesario para la debida contextualización de los actuales facto-res que inciden en la inestabilidad de una región y su poca capacidad de surgimiento económico y social, en gran parte, por la afectación que sobre esto causa. Observamos cómo, desde los inicios de la Gran Colombia, las disputas y los conflictos fronterizos han estado a la orden del día, a pesar de los sinnúmeros de intentos fallidos por lograr concertación a través de la suscripción de documentos. Tal es el caso de la suscripción del tratado Pombo-Michelena, suscrito por los canci-lleres Lino y Santos, de Colombia y Venezuela, respectivamente, y que pretendía la delimitación final de las fronteras, pero tuvo que ser some-tido doblemente a instancias arbitrales. Una serie de sucesos internos que lograron el debilitamiento de las instituciones estatales dio paso al surgimiento de fuerzas armadas al margen de la ley, con aparentes fines sociales en principio, pero que posteriormente se verían corrom-pidas por las ansias de dinero y poder, lo cual los llevaría a efectuar actos criminales como la extorsión y secuestro. He aquí donde inicia la horrible noche de Colombia; mayormente, en sus fronteras, por ser estas zonas olvidadas, y por sus características geográficas. Estamos, entonces, frente a una geopolítica fronteriza, ya que sus condiciones dependen, en gran medida, de un relieve golpeado por la violencia y la desatención de la Fuerza Pública.