Nuestro actual modo de vida se basa en un modelo energético centrado en el consumo de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) y en el uso irracional de la energía. El balance de energía para un ecosistema urbano sirve para cuantificar las formas de energía y materia que alimentan el sistema y caracterizar la generación de contaminantes. En el caso del Valle de Aburrá, se comprueba que el suministro actual en energía se apoya en un 81,4% en los recursos no renovables. Los sectores transporte e industrial son los mayores consumidores de energía, con una participación del 45,4% y 34,9 % del total de la energía consumida en el valle de Aburrá.