En el siglo XX, desde la perspectiva occidental, se producen dos grandes transformaciones culturales. La primera se relaciona con el apuntalamiento del paradigma mecanicista, atomista y pragmático, cuyas consecuencias son la estandarización de los saberes y disciplinas, así como la fragmentación de la vida del hombre en lo económico, lo social, lo personal, lo comunicativo, lo religioso y lo cultural; esta fragmentación, cuando menos, se manifiesta en una multipertenencia que hace al sujeto ser uno en el trabajo, otro en el hogar, otro en las relaciones sociales, otro en la política, otro en las relaciones espirituales y comunicativas.