La Exposición arqueológica y etnográfica de 1938 corrió paralela a una de las celebraciones conmemorativas más importantes de Colombia: el IV Centenario de la fundación de Bogotá. Este espacio constituyó una oportunidad única en el cual los sujetos de la República admiraron objetos de exposición arqueológica que representaban el pasado más remoto, el origen, de la nación. Pero no sólo objetos, sino, como apareció en la prensa de la época, “ejemplares” indígenas fueron traídos y “expuestos”. En su observación, una representación particular tomó lugar sobre ellos: una imagen que los proyectó como indios-mestizos e indios-origen: dos caras de una misma moneda que sólo podían coexistir por medio de una mistificación de esta imagen. Este artículo propone, pues, una reflexión a la historia del conocimiento antropológico o etnológico a través del análisis de esta doble-imagen.