El propofol tiene un excelente efecto sedante debido a sus diversas propiedades, sin embargo, se requiere un control cuidadoso después de su uso debido a la posibilidad de síndrome de infusión de propofol (SIP). Es una causa rara e imprecisa del síndrome, con una tasa de mortalidad informada de aproximadamente el 52 % en niños y aproximadamente el 48 % en adultos, y el cuadro clínico de SIP es inexacto y puede inducir a error variable, con la presencia de hepatomegalia, fiebre, perfiles de lípidos y rabdomiólisis hiperpotasemia y otros síntomas, caracterizados principalmente por acidosis metabólica seguida de cambios en el ECG, acidosis láctica y rabdomiólisis. La inestabilidad hemodinámica con lisis y disfunción multiorgánica es el síntoma predominante, lo que determina la paciencia hasta muerte en muchos casos. Aunque el principal factor de riesgo para su desarrollo es el uso a largo plazo de altas dosis de propofol, se han reportado casos en pacientes que recibieron dosis relativamente bajas de propofol por cortos periodos de tiempo. Esto pone de relieve la necesidad de un alto grado de sospecha y un estrecho seguimiento de los pacientes que reciben este fármaco, para así lograr prevenir la aparición de este síndrome y evitar así mortalidad por este mismo.