Edmund Husserl intentó excluir supuestos metafísicos y ajustarse a lo dado en la experiencia inmediata, con el fin de buscar una verdad primera e indubitable sobre la cual basar verdades ulteriores, teóricas. Pero, en la segunda etapa de su pensamiento, él abandonó ese camino para usar, sin tematizarlo, el supuesto subjetivista de René Descartes. Para reconducir la fenomenología al proyecto original de ir a las cosas mismas, eliminando supuestos y ateniéndose a la experiencia inmediata, el lósofo español Antonio González Fernández propone la praxeología. Esta aproximación reemplaza el concepto de sujeto, que considera al ser humano como una cosa pensante, por el de persona, entendida como acto encarnado. Esta definición antropológica, coherente con la visión teológica del ser humano como imagen y semejanza de Dios, posibilita orientaciones éticas de las acciones en pro de la descosificación y dignificación del ser humano y el cuidado de la naturaleza.