El presente estudio comparativo, basado en el método de Arend Lijphart[1], analiza el desarrollo de la democracia directa en los estados de Sinaloa y Jalisco, en México, para observar sus primeros resultados en función de tres variables independientes que inciden en el fenómeno, como son el marco jurídico, el rol jugado por las autoridades y la activación ciudadana de estos mecanismos de participación. El objetivo del mismo es contrastar las experiencias de ambas entidades para reflexionar sobre el nivel de democracia directa que hay en Sinaloa a través del método comparado, que si bien se enfoca en una población pequeña de sólo dos entidades, las implicaciones de su estudio pueden ser útiles para posteriores comparaciones nacionales. Con este análisis se pone a discusión la hipótesis de que los mecanismos de democracia directa no son lo suficientemente exitosos cuando se activan desde la sociedad porque enfrentan los intereses políticos de autoridades que en apariencia alientan la participación, pero que en realidad suelen obstaculizarla para no ceder los espacios necesarios a la ciudadanía en la toma de decisiones.[1]Arend Lijphart, “Comparative Politics and the Comparative Method”, The American Political Science Review, vol. 65, num. 3, Cambridge University Press y The American Science Political Association, Cambridge, Reino Unido, 1971, pp. 682-693. Disponible en: <https://www.jstor.org/stable/1955513>, DOI: 10.2307/1955513, [fecha de consulta: 12 de diciembre de 2019].El presente estudio comparativo, basado en el método de Arend Lijphart[1], analiza el desarrollo de la democracia directa en los estados de Sinaloa y Jalisco, en México, para observar sus primeros resultados en función de tres variables independientes que inciden en el fenómeno, como son el marco jurídico, el rol jugado por las autoridades y la activación ciudadana de estos mecanismos de participación. El objetivo del mismo es contrastar las experiencias de ambas entidades para reflexionar sobre el nivel de democracia directa que hay en Sinaloa a través del método comparado, que si bien se enfoca en una población pequeña de sólo dos entidades, las implicaciones de su estudio pueden ser útiles para posteriores comparaciones nacionales. Con este análisis se pone a discusión la hipótesis de que los mecanismos de democracia directa no son lo suficientemente exitosos cuando se activan desde la sociedad porque enfrentan los intereses políticos de autoridades que en apariencia alientan la participación, pero que en realidad suelen obstaculizarla para no ceder los espacios necesarios a la ciudadanía en la toma de decisiones.[1]Arend Lijphart, “Comparative Politics and the Comparative Method”, The American Political Science Review, vol. 65, num. 3, Cambridge University Press y The American Science Political Association, Cambridge, Reino Unido, 1971, pp. 682-693. Disponible en: <https://www.jstor.org/stable/1955513>, DOI: 10.2307/1955513, [fecha de consulta: 12 de diciembre de 2019].