En Democracias presidenciales de baja institucionalización, en virtud de la manera cómo los presidentes desplieguen su liderazgo, pueden surgir episodios de inestabilidad presidencial o de concentración de poder presidencial. En los casos colombiano y venezolano, inaugurando el siglo XXI aparecieron dos líderes concentradores de poder, exitosos en su ejercicio y muy populares (aunque muy diferentes desde el punto de vista ideológico y programático). Este trabajo busca mostrar cómo estos dos presidentes sudamericanos ejercieron su liderazgo desplegando, creando y utilizando recursos de poder muy similares, y concluye que la concentración presidencial no necesariamente conduce a la erosión o a la ruptura de la democracia, sino que ese riesgo proviene de la baja institucionalización de la democracia.