El presupuesto fundamental de este trabajo es abordar el proceso que debe realizar la Iglesia para evaluar los rasgos que deben reunir los candidatos al sacramento del Orden; ello bajo la premisa que no se trata de la adquisición de un grado académico sino que involucra el derecho de la Iglesia a formar, y por ende a escoger ministros idóneos. El canon 1029 presenta la recta intención como una condición a ser evaluada, un aspecto del fuero interno cuya presencia ha de ser determinada a lo largo del proceso de formación del sacerdote, el cual articula los procesos de discernimiento y acompañamiento e involucra las áreas de pastoral juvenil. vocacional y presbiteral. El trabajo vincula los relatos de antiguos seminaristas con las acciones eclesiales establecidas como desarrollo de la normativa canónica vigente, y que propenden por conservar la integridad del ministro ordenado, como garante y ejecutor de la labor salvífica de la iglesia en favor de los hombres. A partir de la discusión entre las fuentes documentales (canónicas y eclesiales) y las experiencias de formación se puede destacar la urgente necesidad de afinar la selección de los ministros de la Iglesia como una tarea para la prevención de conductas asociadas con la ausencia de recta intención, y que inciden en la calidad del quehacer pastoral eficiente dentro de la Iglesia.