Colombia ha sido un país marcado por la violencia a través de su historia, lo cual ha generado una influencia en su desarrollo político, económico, cultural y social, de tal modo que esta situación ha cambiado la forma en que se ha estructurado y construido el país (Hernández et al., 2018), de manera que pensar en democracia en el país implica la búsqueda de consensos, participación de la sociedad civil y la inclusión de proyectos alternativos, en otras palabras, la aplicación plena de un Estado social de derechos como lo señala la Constitución Política de 1991.