El objetivo de este artículo es hacer una reflexión desde la indagación sobre el concepto expuesto por investigadores y teóricos sobre el significado de pensamiento crítico e inteligencia emocional; el primero, según Escobar, (1991, p. 135) es definido como todo aquello que permite la autonomía del propio concepto; o sea, el pensamiento crítico es “el esfuerzo por saber cómo y hasta qué punto podría ser posible pensar de manera diferente, en lugar de legitimar lo que ya se conoce” e inteligencia emocional según Salovey & Mayer, (1990, citado en Auqué, 2004) “[...] es la habilidad para controlar las emociones y sentimientos propios y de los otros, discriminar entre ellos y usar esta información para guiar el pensamiento y las acciones”; en este sentido hay un llamado a la responsabilidad individual en la conceptualización y en la guianza del pensar, el que está influenciado directamente por la información, su fineza, coherencia y rigurosidad. Se trata, entonces, de hacer un ejercicio de análisis y refinamiento del pensamiento sin rupturas con la emocionalidad, sobre la que también se discierne y concluye; como expone Goleman (1996) en su libro Inteligencia emocional, se trata de coadyuvar en el éxito de las actividades que se desarrollan sujetas a sistemas de interrelacionamiento, con múltiples incidencias en y por el sujeto, con una perspectiva de logro de competencias individual y colectiva. En este mismo sentido, Auqué (2004) también, analiza el trabajo realizado por el grupo de Wurzburg, en el que se estudia el pensamiento como elemento cambiante cuando se combina y es orientado por un objetivo, en un desarrollo abstracto donde opera una concepción interna y un efecto del mundo externo, estando supeditado a mayores influencias del entorno y propendiendo por la solución de asuntos problémicos.
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Education and Teacher Training
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