La realidad actual establece la necesidad de analizar como incide la alteridad familiar en el desarrollo de la violencia desde la articulación de una nueva forma de vida enmarcada en la pandemia por COVID-19, a través de develar los elementos que inciden para el desarrollo de la violencia, como una representación de los nuevos escenarios de vida cotidiana y en lo que se percibe mayor participación producto del confinamiento social. En este sentido, se debe tener en cuenta que la condición social del hombre tiene un asiento filosófico que dicta unas reglas en cuanto a la conducta y el comportamiento que debe llevar para su armonía en vida social, aunque en ocasiones la convivencia se enfrenta al desequilibrio o conflicto, el cual puede resolverse de manera pacífica o violenta, pero que de forma aislada no puede negarse que coexisten ambas situaciones. Ante ello, se percibe una realidad distinta producto del confinamiento donde las familias han tenido que reinventarse para dar paso a nuevas formas de configuración producto de asegurar su alimentación y esto ha traído como consecuencia el desarrollo de nuevas formas de violencia entre la familia despertando la necesidad de que exista una política de interacción pública para solventar la situación.