En su poema Una forma escondida tras la puerta (2012), Francisco Hernández experimenta con las posibilidades enunciativas y representativas del monólogo dramático, y propone una lectura del poema extenso en clave teatral, donde sus personajes –como hablantes e interlocutores– se desenvuelven en situaciones dramáticas definidas. Asimismo, profundiza en los campos de lo anormal y lo patológico, al construir un mundo poético alrededor de la enfermedad: los personajes, situaciones y espacios del poema se representan y definen desde el lenguaje trastornado de la ceguera, la locura y la agorafobia.