En este artículo se propone una reflexión sobre la representación de la infancia desplazada en la literatura infantil y juvenil de las últimas décadas en Colombia; puntualmente, se revisa el caso del libro El mordisco de la medianoche de Francisco Leal Quevedo. El objetivo es estudiar, desde una perspectiva de investigación hermenéutico-comprensiva, la historia de la protagonista, Mile, una niña de La Guajira colombiana perteneciente a la comunidad wayúu, figura emblemática del desplazamiento, quien encarna el rol que involuntariamente asumen los niños en estos sucesos, forzada a verlo todo, escucharlo todo y guardar silencio. En el análisis se presenta la subjetividad de la niña de dos maneras: primero, como personaje fronterizo; segundo, como un continuum orgánico que se define por su relación con el mundo animal en cuanto prolongación de lo humano. Se concluye que el personaje infantil y femenino predestinado a la desaparición –por ser indígena, mujer y niña– resiste mediante una voz que se sostiene en el relato para enunciar la violencia y sobrevivir al desarraigo.