ResumenEl presente escrito tiene como objeto analizar la manera como las relaciones entre abogadocliente pueden llegar a convertir a los primeros, esto es, a los abogados, en personas "amorales" e incluso "inmorales en nuestro trato con el resto de la humanidad".En otros términos, se quiere reflexionar sobre si existen justificaciones adecuadas para que los profesionales de la abogacía habitemos en eso que, según Wasserstrom, en el mejor de los casos es un mundo "moralmente simplificado", frecuentemente "amoral" y a veces "claramente inmoral".En consideración con ello, resulta pertinente afrontar interrogantes tales como: ¿Debe atribuirse responsabilidad moral a quienes asistan a sus representados para lograr resultados claramente contrarios al interés público aunque pueda argumentarse que dichas gestiones no exceden el marco de la ley? ¿Varía la contestación a esta pregunta, ya sea según la naturaleza de la representación o asesoramiento en cuestión, o las características de la parte representada o asesorada?.