Debido a su tolerabilidad y eficacia superiores, los β-lactámicos son la clase de antibióticos más potentes y prescritos en la clínica. La aparición de resistencia a esos antibióticos, principalmente debido a la producción de enzimas bacterianas llamadas β-lactamasas, se ha resuelto parcialmente con la introducción de inhibidores de β-lactamasas, que restablecen la actividad de moléculas obsoletas. Esta solución es limitada porque los inhibidores de β-lactamasas actualmente disponibles solo funcionan contra las serina β-lactamasas, mientras que las metalo-β-lactamasas continúan propagándose, evolucionando y confiriendo resistencia a todos los β-lactámicos, incluidos los carbapenémicos. Además, el mayor uso de antibióticos para tratar la neumonía bacteriana secundaria en pacientes gravemente enfermos con COVID-19 podría exacerbar el problema de la resistencia a los antimicrobianos. En esta Opinión Personal, resumimos los principales avances logrados en esta área de investigación, enfatizamos los principales desafíos que deben resolverse y la importancia de la investigación sobre inhibidores de metalo-B-lactamasas en medio de la pandemia actual.