Esta reseña analiza el libro del joven historiador y filósofo Carlos Arturo López Jiménez, El terreno común de la escritura, resaltando su método propuesto para entender la práctica de escribir filosofía en Colombia entre 1892 y 1910. En ese sentido, más que una crítica a este libro, es una invitación a leerlo con detenimiento para desmarcarse de los límites impuestos por los filósofos profesionales que, como jueces, juzgan el pasado y la existencia misma de la filosofía en Colombia y por extensión en América Latina.