Gilles Deleuze (1995) al referirse a la Voluntad de saber (1976) de Michel Foucault precisó que dicha investigación supone un nuevo paso más allá que lo anunciado anteriormente en Vigilar y castigar (1975). No se trata de un retoque a las cuestiones idénticas de la representación. Tampoco a un maquillaje de los mecanismos de represión e ideología. Sucede que la “verdad del poder” apunta -en esta nueva vuelta- aún más alto, con un mayor grado de ambición, seducción y manipulación.