En ocasiones la teoría del arte aborda un mismo tipo de imagen desde la disparidad discursiva. Este es el caso del retrato, cuya imprecisa definición complica su acotación conceptual y formal en los límites de la cultura occidental. Si bien este texto no pretende resolver las dudas en torno a uno de los problemas más significativos del arte -incluso el problema del arte, si es que el retrato nace con él-, sí se propone mostrar las dificultades para llegar a un acuerdo sobre las convenciones que lo definen, desde sus antecedentes en la Antigüedad y su consolidación durante la Modernidad, hasta el advenimiento de su crisis contemporánea que algunos autores atribuyen a la saturación que sufre el rostro en la sociedad de masas, y otros, al nuevo paradigma artístico que se impone a partir del impresionismo.