La integración latinoamericana es un proceso ampliamente complejo entre los países de la región, en el que los factores diplomáticos deben catalizar la heterogeneidad de realidades históricas y visiones a nivel político, económico y social, pues si bien se trata de posibilitar la unidad de pueblos hermanos, que debería (según esta misma formulación) ser un suceso sólido entre pares, la experiencia en este sentido ha mostrado dificultades, limitaciones, avances moderados, retrocesos y una multiplicidad de iniciativas que dan cuenta tanto de la diversidad de propuestas como de lo complicado del desarrollo de una labor regional conjunta en esta materia.