PARTIDAComo bien señala nuestra doctrina clásica, es "evidente que los Estados no siempre viven en plena normalidad, con funcionamiento regular y perfecto de los organismos, instituciones y servicios en que su actuación se desenvuelve.Surgen a veces en la comunidad política perturbaciones de variada importancia que pueden (…) llegar incluso a conmociones que afectan en grado máximo a la existencia misma del Estado" 4 .Pues bien, en el momento en el que esa habitualidad se rompe, deberá estar justificado que las reglas ordinarias cedan en gran medida, ello si lo que se quiere es la pronta restauración de la normalidad político-constitucional.El actual contexto de terrorismo global, las crisis migratorias que ponen en jaque la capacidad del Estado para controlar sus fronteras y garantizar la continuidad del sistema, los extremismos políticos que persiguen la destrucción del orden democrático o, como ahora, las catástrofes naturales y crisis sanitarias de gran magnitud que obligan a la restricción extraordinaria de derechos fundamentales.Estos son solo algunos ejemplos de situaciones de anormalidad constitucional que, a pesar