El mundo actual presenta numerosos retos ocasionados en gran parte por la evolución tecnológica y la globalización. Esto conlleva un cambio de mentalidad que afecta la cultura, entendida no solo como la adquisición de conocimientos, sino también como un elemento constitutivo en la formación de la persona y su relación con el entorno. La cultura es, en sí misma, una posibilidad de crecimiento, por esto necesita ser considerada por los agentes de pastoral, de tal manera que esta pueda ser valorada a la luz del Evangelio, ya que ambos deben ir vitalmente unidos para proporcionar al ser humano un horizonte de crecimiento integral. Dicha evangelización debe ser propuesta y realizada desde la vida cotidiana, pues Cristo se encarnó para dar vida en abundancia.