La característica principal de la lectura sarliana de Saer es una modalidad particular de formalismo. Este se trata de un impulso de lectura que reside en la articulación del enfoque en la técnica artística (poética, narrativa), considerada semánticamente funcional, recuperable y decidible; y en la relación entre esa poética de la forma y un programa intertextual en cuyo centro está Borges, con el lugar que le corresponde a Saer en la historia literaria argentina, y como consecuencia de la constancia vertebradora de esa apuesta formal e intertextual, un juicio acerca del valor máximo de la obra de Saer, que para Sarlo es “perfecta”. Al mismo tiempo, se ensayan aquí aproximaciones a un eventual punto ciego de esa lectura.