Este artículo defiende que la teorización sobre la capacidad para atención conjunta debe esclarecer los conceptos de intención y experiencia: una tarea eminentemente filosófica. Se exponen los aspectos psicológicos relevantes, las posiciones teóricas más destacadas y se analiza filosóficamente el estado de la cuestión. Se concluye que no hay consenso interteórico sobre los aspectos operacionales ni sobre los funcionales que definen la capacidad, y que la inmadurez de la teoría se debe a una elaboración todavía precaria de sus conceptos centrales, intención y experiencia, tarea en la que la filosofía realizaría un aporte decisivo.