A partir de la Sentencia T-239 de 2018, se ha escalado en las discusiones jurídicas la necesidad de crear ambientes educativos libres de violencias basadas en género, no obstante, tanto la caracterización como el reconocimiento de estas violencias en las aulas sigue siendo una discusión estéril y meramente enunciativa. La emergencia sanitaria ocasionada por COVID-19 ha mostrado la necesidad de repensar las relaciones y las dinámicas educativas más allá de los preconceptos, para atender las complejidades que representan tanto la construcción del diálogo como el uso del lenguaje dentro de las dinámicas educativas.
 En este artículo se hace un llamado a aprovechar el surgimiento de las nuevas formas de comunicación en las instituciones de educación superior para replantear la manera en que se está observando la violencia de género a partir de los instrumentos institucionales resultantes de la Sentencia T-239 de 2018 y profundizar en el estudio de las condiciones de igualdad dentro de las aulas, con el propósito de contar con herramientas que respondan de manera efectiva a la materialización de la igualdad de género en la educación.