Autoetnografía sobre el llamado a rediseñar las ciudades según las condiciones que impone la pandemia del covid-19 hoy en la tierra. Se plantea que las fronteras entre la civilización humana y el mundo natural se asemejan a las que hemos creado entre ciudades y países, y acordemente se marcan de manera diferente dependiendo del lugar que se ocupa en una geografía de centros y periferias como la actual. Se ilustra cómo el cruce de un borde tiene su origen en la forma de hacerlo, literalmente al llenar un formato, y metafóricamente al desarrollar formas urbanas que lo permitan. Se sugiere que las ciudades informales como las colombianas no tendrían herramientas teóricas para hacer eco al proyecto global de replantear urbes, sin haberlas planeado de antemano. Se concluye que el discurso de descolonización empieza con aprender a oírse, para luego emitir la propia voz, y una opción válida todavía es decir no.