La Segunda Guerra Mundial fue uno de los eventos que transformó el mapa geopolítico mundial, pero sus repercusiones –más allá del componente humano– permearon también a la ciencia médica incluyendo a la oncología. El periodo de posguerra dejó ver no solamente una transición epidemiológica facilitada por los cambios societarios derivados del conflicto, sino también un nuevo modelo de estudio de la carcinogénesis ambiental. La investigación biomédica sufrió una importante transformación pasando de un enfoque exclusivamente académico a uno industrial, orientado al desarrollo de productos. Con este nuevo escenario se escaló la producción científica, se desarrollaron importantes tecnologías incluyendo agentes de quimioterapia y aparecieron centros integrados de excelencia para la atención del cáncer especialmente en los Estados Unidos. Todo esto enmarcado en nuevos ecosistemas de innovación y desarrollo soportados por mayores flujos de capital para la actividad científica.