Introducción
 Con estancias prolongadas a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) que se están volviendo comunes, el encanto del espacio como laboratorio natural proviene de sus propiedades únicas que no pueden duplicarse perfectamente en la Tierra, existe la necesidad de comprender mejor los efectos de la microgravedad en la función cardíaca (1). Aun no se tienen técnicas que proporcionen a un 100 % la simulación de microgravedad, sin dejar de lado que en la tierra se utilizan técnicas como biorreactores rotativos, máquinas de posicionamiento aleatorio y levitación magnética para simular los efectos que se han visto previamente en Estación Espacial Internacional (1).