La enseñanza de los valores conlleva una exigencia que la convierte en una tarea difícil de realizar. La naturaleza del valor reclama la referencia a la experiencia como componente necesario del valor. Pero el valor tiene múltiples formas de expresión según la cultura en que se manifiesta. El sistema educativo no puede permanecer ajeno e indiferente a lo que sucede en la sociedad. Está llamado a contribuir a su construcción desde la ética y la solidaridad. Es necesario volver a las raíces de nuestras creencias o convicciones para reencontrarnos con nuestra función educadora y ayudar al alumbramiento de otro modo de estar-en-el-mundo y ser-en-el-mundo a través de individuos que hagan posible establecer relaciones éticas con el mundo y con los demás.