El estudio de los procesos de formación docente para su mejora se ha enriquecido de los aportes de la investigación acerca de la enseñanza y sobre el tipo de saber que emerge del trabajo cotidiano de los docentes. En este contexto, se ha venido considerando que los profesores tienen un conocimiento sobre su oficio que surge de su práctica cotidiana (Tardif 2005), llegando a proponer que el saber docente tiene un carácter pragmático, pues nace de las situaciones concretas del oficio del maestro. Por otra parte, la investigación sobre la enseñanza ha coincidido en plantear que el ejercicio de enseñar ocurre en situaciones en las cuales no es posible la previsibilidad total de las acciones, de modo que el trabajo docente se desenvuelve en una tensión entre las contingencias que se enfrentan y las finalidades que se persiguen a través de la acción. En este sentido, el ejercicio docente se orienta por una razón práctica y no por una racionalidad teórica (Tardif y Gauthier 2008).