Resignificar la praxis educativa en tiempos de incertidumbre: Un desafío para las organizaciones socialesEl año 2020 ha estado signado por eventos inesperados que han trastocado las posibilidades de estimar escenarios de ocurrencia para las variables asociadas al desarrollo social y sus múltiples dimensiones de análisis.La aparición y prevalencia del COVID-19 como problema de salud pública emerge desde lo inesperado, desde lo inimaginable, se presenta como el mayor desafío para entidades individuales y organizacionales en las últimas décadas.Mientras, regiones y países, de las diferentes latitudes debatían en torno a problemas como el cambio climático, pobreza, exclusión, vulnerabilidad, poderío nuclear, integración, globalización, emerge el COVID-19, determinando nuevos condicionantes sociohistóricos que conllevan a precisar el sentido de lo prioritario y urgente en la dinámica de los sistemas humanos.La formulación y concreción de políticas gubernamentales direccionadas a la concepción de estrategias que permitan garantizar la sostenibilidad de personas, instituciones y sistema social en el contexto de un nuevo orden mundial, implica disponer esfuerzos de integración entre organizaciones, estados, regiones y países con la finalidad de sumar voluntades para la búsqueda de la adaptación y supervivencia en una realidad de mucha turbulencia e incertidumbre.El nuevo orden mundial tiene importantes implicaciones en la dinámica de las organizaciones, tal es el caso del sector educativo que, en el ámbito mundial, le ha correspondido generar respuestas rápidas y efectivas para atender la emergencia propia de la pandemia.