Cuando se indaga en la actualidad por la relación existente entre la religión y la escuela, en el marco de la política pública colombiana, es fundamental concentrar la atención en las diferentes circunstancias y dinámicas que se entretejen en la educación religiosa escolar (ERE). Un área que, según la Ley General de Educación (Ley 115 de 1194), es obligatoria y fundamental para toda institución educativa, sin importar que esta sea de carácter público o privado (art. 23). Empero, este lineamiento no ha estado libre de interpretaciones fundamentadas en extremos ideológicos, ya sea para hacer la ere exclusivamente confesional o para excluirla de las escuelas. Estos escenarios contrastan con el aparataje legal promovido en los últimos veintinueve años sobre dicha área, en el cual se ha propuesto que la ere debe evitar el proselitismo religioso, la discriminación, la estigmatización y la invisibilización de las minorías religiosas o de las personas que optaron por la increencia (Beltrán, 2019). Esto mediante una propuesta de formación integral que promueva el desarrollo humano a partir del cultivo de las dimensiones espiritual, religiosa y trascendente.