En 1980, en el Instituto Superior de Artes (ISA) de La Habana, la doctora Raquel Carrió inició, mediante el Seminario de Dramaturgia, la formación de dramaturgos a nivel profesional, generando una escuela sin precedentes en América Latina. La experiencia rápidamente produjo sus frutos, entregando al teatro cubano y latinoamericano jóvenes dramaturgos y dramaturgistas con una sólida formación teórica y capaces de innovar el lenguaje escénico. La formación ha continuado exitosamente hasta nuestros días. ¿Cuáles han sido las claves de esta interesante experiencia educativa la cual, en contra de las creencias de muchos, ha probado que es posible formar dramaturgos en la universidad? Ante todo, que dicha formación optó desde el comienzo por el establecimiento de un seminario-taller de libre creación, capaz de conjugar los aspectos teóricos y técnicos de la dramaturgia con el trabajo práctico-creador. Se instauró como principio básico la experimentación de nuevas formas de escritura y análisis dramático, sin que ello significara renunciar a siglos de teoría y técnica, pero buscando la integración creadora de estos conocimientos a diferentes formas de escritura teatral. El no partir de un método establecido permitió una enorme libertad de búsquedas y ejercitación que convirtió al Seminario de Dramaturgia en un verdadero taller experimental. Después de 35 años la experiencia acumulada deviene un punto de referencia esencial para la formación de dramaturgos, así como para la comprensión de las particularidades de la pedagogía y de la investigación del arte.