Las creencias que tenga un docente acerca del proceso educativo parecen influir ampliamente la forma en que desarrolla su práctica profesional. Más aún, muchas de estas creencias podrían no jugar un rol positivo en los procesos de aprendizaje de los estudiantes. Por lo anterior, en el manuscrito se defiende la idea de que dichas creencias deberían recibir la atención explícita de los procesos de formación de docentes (tanto antes como durante el servicio) en la medida en que deseen promover prácticas específicas. Con este fin, en la primera parte se intenta bosquejar una noción de creencia suficientemente clara para este dominio. La segunda parte se enfoca en el asunto de la posibilidad de modificar creencias, directamente conectada con la cuestión de la efectividad de los procesos de formación de docentes. Nuestra conclusión es que, para hacer la diferencia, dichos procesos deben fijarse directamente en las creencias sobre el proceso educativo.