Los movimientos en masa se consideran como parte de los procesos denudativos que modelan el relieve de la Tierra. Su génesis obedece a la combinación de una gran diversidad de procesos tanto de origen geológico como hidrometeorológico, químico y mecánico. Por lo tanto, su estudio, análisis y la evaluación de la amenaza por estos procesos involucra varias disciplinas de las ciencias de la Tierra y del medio ambiente (Proyecto Multinacional Andino y Geociencias para las Comunidades Andinas, 2007). Los movimientos en masa se definen como todos aquellos movimientos que se presentan ladera abajo de una masa de roca, detritos o tierras por efectos de gravedad u otros factores detonantes o contribuyentes. Estos procesos pueden afectar el desarrollo normal de las actividades de las regiones, generando grandes pérdidas en la infraestructura y en los sectores económico, social y ambiental. Según el análisis de la gestión del riesgo de desastres en Colombia realizado por el Banco Mundial (2012), en la primera década de este siglo hubo más viviendas afectadas y personas damnificadas por movimientos en masa en Colombia que en los treinta años anteriores debido al aumento de la exposición de la población vulnerable, a la intervención humana sobre el territorio y al consecuente deterioro ambiental. Por otra parte, teniendo en cuenta que Colombia se localiza en la esquina noroccidental de Suramérica, en la zona de confluencia intertropical, presenta una complejidad geológica como resultado de la interacción de tres placas tectónicas (la Suramericana, la de Nazca y la Caribe), lo que hace que el territorio colombiano esté caracterizado por la presencia de tres cadenas montañosas jóvenes, separadas por valles interandinos, cuya dinámica favorece la ocurrencia de sismos, erupciones volcánicas y movimientos en masa. Al estar en la zona de confluencia intertropical, en Colombia no hay estaciones; sin embargo, debido a la presencia de los sistemas montañosos, se cuenta con una variabilidad climática: desde nieves perpetuas y páramos hasta selvas húmedas y llanuras tropicales al nivel del mar. Debido a que la radiación solar es aproximadamente constante durante todo el año, el día y la noche tienen duraciones similares y las variaciones climáticas están determinadas por la altitud, se presentan temporadas húmedas y temporadas secas, en las cuales a su vez influye el denominado fenómeno ENSO2, presentándose períodos erráticamente cíclicos de precipitaciones intensas y temporadas de sequía. La confluencia de las condiciones geológicas, geomorfológicas, climáticas y de ocupación y uso del suelo potencia la generación de los denominados movimientos en masa, comúnmente conocidos como deslizamientos, los cuales se presentan principalmente en la región Andina –en donde se encuentran las principales ciudades y se asienta más del 70 % de la población colombiana–, generan pérdida de vidas humanas, daño a las propiedades y grave afectación a la infraestructura y por lo tanto un impacto negativo en el desarrollo del país. Durante el evento ENSO, en su fase conocida como Fenómeno de la Niña, que afectó al país entre los años 2010 y 2011, las intensas lluvias, que superaron niveles históricos, fueron responsables de grandes inundaciones, así como de la generación de movimientos en masa de gran magnitud y de la reactivación de otros que se consideraban estabilizados. Los movimientos en masa afectaron viviendas, poblaciones enteras, infraestructura vial, acueductos, entre otros daños3, alcanzaron una cifra de eventos y muertes equivalente a la cuarta parte de la registrada en la década anterior, la tercera parte de los afectados y más de la mitad de las viviendas dañadas (Banco Mundial, 2012). Para el periodo 1970-2011, excluyendo las pérdidas asociadas a la erupción del Volcán Nevado del Ruiz en 1985, los mayores porcentajes de pérdidas de vidas y de viviendas destruidas correspondieron a los movimientos en masa y a las inundaciones, respectivamente; a los primeros se les atribuye la destrucción del 10 % de las viviendas y el 36 % de las pérdidas de vidas, en tanto que las inundaciones destruyeron el 43 % de las casas y ocasionaron el 10 % de las muertes (Corporación OSSO y Eafit, 2011, en Banco Mundial, 2012). De acuerdo con la información existente en el Sistema de Información de Movimientos en Masa (Simma)4, del Servicio Geológico Colombiano, hasta la fecha y desde 1900, en el país se han reportado 16.969 movimientos en masa. Debido a estos, 5.119 personas han perdido la vida y 548.810 familias se han visto afectadas; el departamento de Antioquia cuenta con el mayor número de registros (5.495), seguido por Cundinamarca (1.552) y Cauca (1.280). Los departamentos con mayor número de personas y familias afectadas han sido Caldas, Caquetá, Tolima, Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cesar, Cundinamarca, Huila, Meta, Nariño, Norte de Santander, Putumayo, Quindío y Santander. Para reducir el riesgo generado por los movimientos en masa, es necesario contar con información técnica de estos, la cual se puede generar a diferentes escalas, desde la puntual o detallada hasta las del orden nacional. El Servicio Geológico Colombiano es la institución científica adscrita al Ministerio de Minas y Energía que tiene la misión de realizar las investigaciones geocientíficas del país y constituye un pilar en la generación, gestión y fomento del conocimiento integral del territorio nacional, acorde con las políticas de desarrollo y bienestar social del Gobierno nacional. Una parte importante de su misión institucional es la evaluación de las amenazas geológicas, entre las que se encuentran los movimientos en masa. En cumplimiento de su misión, definió, en la última década del siglo pasado, generar mapas del orden nacional en el tema de los movimientos en masa y en particular mapas de susceptibilidad y amenaza relativa. Se entiende por susceptibilidad la mayor o menor predisposición a que un evento suceda u ocurra sobre determinado espacio geográfico. No implica el aspecto temporal del evento (Soldano, 2008). En otras palabras, está asociado a las características intrínsecas del terreno analizado, como son los materiales geológicos (suelos y rocas) y su historia de formación (geomorfología), las características geométricas de las laderas analizadas y la cobertura de la tierra. Por otra parte, de manera holística, se entiende por amenaza el evento físico potencialmente perjudicial, fenómeno o actividad humana que puede causar la muerte o lesiones, daños materiales, interrupción de la actividad social y económica o degradación ambiental. Estos incluyen condiciones latentes que pueden derivar en futuras amenazas, las cuales pueden tener origen natural (geológico, hidrometeorológico y biológico) o antrópico (degradación ambiental y amenazas tecnológicas). Las amenazas pueden ser individuales, combinadas o secuenciales en su origen y efectos (ONU/EIRD, 2004). Entre los años 2011 y 2016, el Servicio Geológico Colombiano desarrolló un proyecto, financiado con el Presupuesto General de la Nación y recursos de regalías, mediante el cual se construyeron las 278 planchas escala 1:100.000 que cubren la región Andina, Pacífica y Caribe en las temáticas de susceptibilidad y amenaza, denominado “Mapa nacional de amenaza por movimientos en masa escala 1:100.000”, el cual actualizó los mapas de susceptibilidad y amenaza a escala 1:500.000 que se habían generado en el año 2010. En la primera parte se presentan los antecedentes, las características, el personal, los costos, el desarrollo metodológico para la obtención de los productos y la utilidad e importancia de estos, concentrándose en los mapas de susceptibilidad y amenaza por movimientos en masa. En la segunda parte se muestran los productos integrados a nivel de departamento y de país para las dos temáticas.