Así, los conocimientos que se engendraban desde la universidad eran regulados por el papado, elemento que revela el carácter político que ha tenido la universidad desde su misma concepción. De buen grado pensaron y con razón los poderes papal y seglar en cabeza del emperador, que crear universidades eran cuño y timbre de gloria, prestigio, poder y medio conducente para la formación de funcionarios que en su momento sirvieran a monarquías y otras formas de gobierno. El auge numérico y geográfico de la expansión universitaria, se acentúa en los siglos XIV y XV, (precisamente en el siglo XIV por desavenencias de un grupo de profesores de la Universidad de Oxford, se crea la de Cambridge). Posteriormente se crean las de Padua, Nápoles, Toulouse, Praga, Viena, Heilderberg y Colonia, que serán las únicas universidades del país. En esta centuria nacen las primeras universidades escocesas. Hacia mediados del siglo XV, las universidades habían cubierto los países de cultura latina. Generándose no solo por ubicación geográfica sino el fomento de una política de poder y de saber, que inciden en Latinoamérica.