El Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera firmado en noviembre de 2016, entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas —Ejército del Pueblo (FARC-EP), representa para la sociedad colombiana la posibilidad de construir un país incluyente, democrático y, sobre todo, en donde las acciones violentas producto de la guerra, no sean más las protagonistas. Uno de los elementos que se destacan del Acuerdo Paz (AP), es la transversalización de la perspectiva de género en los seis puntos pactados, hecho que se configura como un aporte al trabajo para la erradicación de las violencias simbólicas, culturales y estructurales que sufren las mujeres por su condición. Este hecho es uno de los desafíos de la implementación del acuerdo, ya que supone superar elementos de la violencia directa producto del conflicto, como también propone la superación o al menos trabajar en la reducción de las violencias culturales y estructurales.