La propuesta de H. Arendt que se acaba apenas de esbozar en sus líneas esenciales, enfatiza ante todo en la recuperación de la vita activa o de la dimensión propiamente política de la actividad en las democracias. Ello supone la desmedida preponderancia que se le dio en la antigüedad y en el medioevo a la vita contemplativa y, de otro lado, una crítica al activismo mercantilista y utilitarista que prevalece en el mundo moderno. Asintiendo el acierto de estos análisis y su legítima raigambre humanista, otros autores como H-G. Gadamer si bien sintonizan con estos análisis y propuestas, se preguntan si el problema, al menos en el ámbito educativo y cultural, no se relaciona más directamente con un modelo de ciencia, de conocimiento y, en últimas, de humanidad que únicamente con la preponderancia de unos estilos de vida sobre otros o con un modelo de desarrollo económico (1977; 1992; 2001).