Las grandes personalidades históricas casi siempre son víctimas del pretendidamente aséptico, ideológica y filosóficamente, escalpelo de los investigadores. Los que de un modo u otro nos dedicamos a la labor arqueológica de las ideas, difícilmente escapamos a la tentación de clasificar, encasillar o caracterizar a aquellas personalidades históricas objeto de nuestra investigación. El caso de Gaitán no es una excepción. En el estudio de esta significativa personalidad, considerada no sin falta de razón, como una especie de parteaguas en la historia de Colombia (Diego Jaramillo, 2007, p. 264),65 es muy común encontrar múltiples intentos de ubicarlo dentro de algunas más difundidas corrientes ideológicas que se desplazaron en el pasado siglo xx, bien sea en el liberalismo, el socialismo, el populismo y hasta por coqueteos con el fascismo.