La fe bíblica proclama la existencia de un Dios bueno y omnipotente que dirige con soberana majestad los acontecimientos del universo y de la historia. La teología llama a esta relación de cuidado y de gobierno amoroso de Dios hacia el mundo y sus criaturas providencia divina. Aunque la palabra providencia (pronoia) aparece solo tres veces en el Antiguo Testamento, todas en el libro de la Sabiduría (Sb 6: 7; 14: 3; 17: 2), se puede decir que el conjunto del Antiguo Testamento afirma con certeza que los acontecimientos vividos por el pueblo de Israel son guiados por la voluntad salvífica de Dios (Schilson, 1996). Esta noción está presente en toda la literatura bíblica y, en cierto sentido, le brinda su coherencia interna. Dios conoce claramente lo que va a suceder (omnisciencia), puede decidir sobre ese futuro (omnipotencia) y en un acto de amor dispone lo que va a suceder (providencia) (Labarrière, 1986).