En Chile durante el siglo XVII se desarrolló la actividad agroganadera, con una incipiente agroindustria en los rubros vitivinícola, molinero, de curtiembres y cordeles, y, en menor medida, textil. Las unidades de producción, estancias y chacras, se generaron a partir de las mercedes de tierra otorgadas por méritos principalmente bélicos. Para su implementación y desarrollo se necesitaba capital, tanto para la erección de edificios tales como bodegas, lagares, molinos y batanes, como para la adquisición de mano de obra esclava y de los bienes a reproducir, como ganado, parras u otras. La obtención del capital se presentaba como un serio problema toda vez que no había bancos ni un sistema crediticio desarrollado porque el interés de los préstamos era considerado ilegal, por la usura que implicaban. La solución que se presentó fueron los censos.