Los dos capítulos precedentes han mostrado que las preguntas sobre el origen y el sentido del mal y del sufrimiento en el mundo recorren la tradición teológica occidental y toman nuevo vigor frente a las situaciones históricas de violencia y sufrimiento injusto. En este capítulo se abordará de nuevo estas preguntas, pero desde un ángulo particular: la experiencia de un grupo de personas víctimas de desplazamiento forzado en Colombia. Esta manera de abordar el tema responde a una visión particular donde la tarea de la teología consiste en proponer una correlación crítica entre la fe cristiana y la experiencia humana contemporánea (Geffré, 1983). En este sentido, el teólogo estadounidense David Tracy afirma que la labor del teólogo consiste en “poner en resonancia” dos polos: por una parte, los textos de la tradición cristiana y, por otra, la experiencia y los lenguajes humanos contemporáneos, con el objetivo de proponer nuevas formulaciones de la fe cristiana que sean comprensibles para los hombres de nuestro tiempo (Tracy, 1996).