Al adentrarme en el pensamiento de los antepasados mesoamericanos y lo que queda de ese pensamiento en los indígenas de hoy, descubro la riqueza intelectual ahí contenida no solo para dar sentido a la vida nativa sino para contribuir con ella al bien de la sociedad en general. Por eso una parte significativa de los descendientes de esos antepasados la estamos retomando ahora dentro de nuestras iglesias en la llamada Teología India para dar razón del modo particular indígena de ser, de pensar y de actuar en las cosas de Dios, que nos hace diferentes sin dejar de ser hermanos. Convencidos de la importancia de esta contribución enriquecedora de la diversidad cultural y teológica la aportamos, al igual que Juan Diego, como las mejores flores o verdades ancestrales que podrán servir para ampliar la pluralidad de nuestras iglesias y de la sociedad en su conjunto y para hallar caminos nuevos de superación de los graves problemas que nos aquejan en las urbes actuales.